EL NONATO

Les voy a ir señalando
los problemas y vicisitudes
que provocaron que yo termine
en el fondo de una barranca.
Por culpa de un amor nunca entendido,
mal expresado sin sentimientos
y con el vago afecto que al
parecer nunca existió.

Testigo soy, te diré,
tú le juraste amor eterno
y en las réplicas ella te
confesaba amor de veras.

Testigo soy del intenso amor
que se profesaron y que a
escondidas de mis abuelos
hacían el amor cuantas veces
podían y en cuantos lugares
encontraban, sin importarles
nada ni el que dirán.

Cuando le dijiste que
estabas esperándome,
él te refutó ¡no puede ser!
¡te has equivocado! ¡es mentira!
El miedo invadió sus almas,
tenían que enfrentar esta
realidad con sus padres.
¡La niña de papá iba a ser madre!

Tú le propusiste que estos
miedos y temores se
disiparían con el matrimonio,
pero él no pensaba así.
Te argumentó que eran
muy jóvenes, que estaban
estudiando y que no podía
ofrecerte la seguridad matrimonial.

No hubo coraje ni entereza
para enfrentar esta cruda realidad.
Te propuso que abortaras. Ya no hubo
la fuerza ni la promesa del amor eterno.

El amor profesado fue mentira, tan sólo fue
el deseo carnal, todo fue un simple espejismo.

No importa madre, saldremos adelante,
te daré fuerzas. No escuchaste, mis
súplicas fueron en vano. Aceptaste
la decisión de tu amado.

Tú que me llevabas en tu vientre,
no pusiste reparo ni tampoco te
negaste a aceptar lo que toda mujer
valiente no consentiría jamás.

Te preguntaría ¿qué hubiese
pasado contigo si mis abuelos no
hubiesen querido aumentar la prole
al fecundo hogar en la que tú naciste?

No tuviste miedo ni remordimiento
por mi ser, qué mal te hice.
Postrada en esa fría camilla esperabas
a mi verdugo para que te practicara la
operación quirúrgica, legrado.

No les importó mentir a sus padres para
conseguir el dinero. Pagaron unos cuantos
billetes para extraer de tu cuerpo el falso amor
que se juraron en el Parque de la Pera del Amor.

Paradójicamente ahora me encuentro
en el fondo de la barranca de este parque,
donde fui concebido. Ahí tú me lanzaste
igual que a mis hermanos espartanos.

He durado poco tiempo, las aves de rapiña
cómo me lastiman, pero el dolor que carcome
mi ser ha sido el desamor de ustedes, su
irresponsabilidad. Pero esto no quedará impune,
y en cada niño que vean me verán a mí
aunque jamás quisieron conocer mi rostro.

Jamás volverán a vivir tranquilos, la pagarán
por siempre. Soñarán conmigo hasta que den
su último suspiro.